domingo, 12 de enero de 2014

Shoping zulia

En menos de tres décadas la historia cambió. Si antes, entre los años
80 y 90, una oleada de venezolanos veía a los poblados de Maicao y
Cúcuta como zonas comerciales donde brillaban los precios bajos,
ahora son los colombianos quienes ven a Venezuela como el país "rey"
en el que pueden gastar todos sus pesos.
La abismal diferencia cambiaria entre el peso y el bolívar ha desatado
en el país, y especialmente en los estados fronterizos como Zulia y
Táchira, un mercado paralelo en el que un peso vale 300 veces más
que un bolívar, lo que invirtió los roles. Ahora un mar de personas del
vecino país prefiere comprar productos en nuestro territorio. Es que,
viajar de Maicao a Maracaibo hay poco más de 100 kilómetros, unas
dos horas en carretera, mientras que pasar de Cúcuta a San Cristóbal,
el camino se hace en solo 34 kilómetros.
Patricia Luzardo, zuliana y ama de casa, todavía recuerda cuando
cruzaba la frontera para comprar sábanas, ropa, telas y otros
productos que en Cúcuta eran más económicos. Con 'pacas' de
bolívares en sus manos se tomaba un sábado y rompía la rutina para
viajar y comprar "docenas de productos" en el extranjero.


"Hace 20 años, mi familia y yo visitábamos ese país así como muchos
otros venezolanos lo hacían. Para esa época era común, era muy
normal ir de compras para allá. Todo era barato porque nuestra
moneda tenía más valor y, además, la ropa, las telas y sábanas eran de
muy buena calidad.


Aprovechaba y hasta compraba cortinas para
revender en Maracaibo", recordó Luzardo.
El escenario de la frontera, entre los años 80 y los 90, era de
"carritos" repletos de venezolanos que iban hacia Maicao y Cúcuta.


Estos vehículos, al volver, estaban llenos de los productos que en ese
país eran más baratos. Así estaba dibujada la frontera occidental de
Venezuela, repleta de ciudadanos deseosos de gastar sus billetes en
ropa, alimentos o electrodomésticos económicos.


"Todavía recuerdo que nos íbamos de compra todo el día y
recorríamos a pie todo Maicao en busca de ofertas. Siempre había que
estar pendiente porque esa zona era peligrosa, pero valía la pena
porque allá todo era barato, provocaba irse de compras.

Nos llevábamos maletas vacías y las traíamos cargadas. En Colombia hasta
aceptaban pagar en bolívares porque para esa época su moneda tenía
poco valor", relató Carmen Álvarez, comerciante marabina.


Las carteras, zapatos y correas de cuero eran unos de los productos
que los venezolanos le arrancaban de la mano a los comercios. "Eran
épocas buenas, en las que uno podía planificar un viaje de uno o dos
días e irse a comprar ropa para un año, por ejemplo.

Poco a poco la gente dejó de ir, principalmente por la inseguridad, y luego el bolívar
perdió su valor con respecto al peso lo que hizo caer ese comercio",
opinó el zuliano, Augusto Bohórquez.
Sin embargo, de ese escenario, de prácticamente tierra de abundancia
para los venezolanos ya no queda nada. Con los años, mientras el peso
fue subiendo su valor y la moneda venezolana bajaba, la historia se
invirtió y ese comercio mermó en esos dos poblados fronterizos que
vivían de la moneda venezolana. Hoy son los colombianos quienes
vienen en masa al Zulia y Táchira para gastar sus pesos y "arrasar" con
los productos que se consiguen en los anaqueles de la región.


"Al pisar Venezuela, los extranjeros se vuelven ricos. Si un millón de
pesos les alcanza a ellos para hacer una compra modesta en un
supermercado, en nuestro país les alcanza para una compra de dos
meses y creo que hasta más. Es por eso que en Maracaibo ya es normal
ver a turistas comprando productos como desodorantes, medicinas o
calzado", expresó Salvador Gutiérrez, comerciante zuliano.


Y es que ahora la ciudad se transformó en el espacio de circulación
preferido de los vehículos de placa amarilla (colombiana), el "turismo
cambiario" desde el vecino país se hace evidente.


"Tiene sentido ver a tantos extranjeros en el país porque en Colombia,
por ejemplo, un paquete de harina cuesta 2 mil 700 pesos, lo que
equivale en Venezuela a Bs. 80, para ellos es poco gasto, por eso
prefieren comprar en Venezuela. Allá es todo tan costoso que el salario
mínimo es de 600 mil pesos y, por ejemplo, un taxi puede costar como
mínimo 6 mil pesos y ni hablar del costo de la gasolina", comentó un
comerciante que prefirió no dar su nombre.
Mientras este escenario se hace cotidiano debido al beneficio que trae
para los extranjeros el diferencial cambiario, a la par se acrecenta un
mercado paralelo que utiliza el peso colombiano como un medio para
llegar al dólar negro.


Como si se tratara de promocionar un producto de moda, en pleno
Terminal de Pasajeros de Maracaibo, entre turistas y hasta policías, los
"cambiadores" (vendedores) ofrecen y compran pesos en un mercado
ilícito que le pone hasta un 300% por encima de su valor a cada peso
colombiano.


"Cambio pesos y bolívares, tenemos una casa de cambio". Gritan a
todo pulmón los vendedores quienes desde muy temprano ofrecen y
compran los billetes entre pasillos, cerca de las líneas autobuseras y
hasta en toda la puerta de la sala de espera de este terminal terrestre
en el Zulia.


Esta situación no se diferencia tanto de lo que ocurre en el estado
Táchira donde, del lado colombiano, ocurre una práctica denominada
"el cambiazo" donde casas de cambio "raspan" los cupos Cadivi a los
turistas venezolanos y cuentan con la disponibilidad de pagar hasta
millones de bolívares a cambio de las divisas venezolanas.


Según un reportaje del diario de Táchira, personas de esa entidad, de
Barinas, Mérida, Valencia, Barquisimeto y hasta Caracas viajan por
horas hasta Cúcuta en busca de dinero.
Al hablar de los peligros que existen en la frontera colombo-
venezolana ya no solo se trata de el contrabando de extracción, de
alimentos, combustible o de productos de higiene personal, ahora las
frases "dólar paralelo" o "raspar cupos" son parte de un negocio que
silenciosamente se extendió hacia la línea divisoria entre ambas
naciones donde los ciudadanos, de lado y lado, sacan provecho al
control cambiario existente en Venezuela.
El comercio binacional, aquel de los 80 y 90, sigue vivo, pero la
historia cambió radicalmente, ahora está distorsionada. Ahora muchos
venezolanos acuden a la frontera en busca del dólar paralelo y los
colombianos, en cambio, aprovechan esta diferencia entre las monedas
para llevarse, a precio económico, los productos de nuestro país.


Información: Panorama

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