sociedad venezolana han sido cómplices
de los despropósitos de esta era? ¿Por qué
obedecen? ¿Por qué colaboran? No es que
a Venezuela se la llevó el diablo. El
diablo, decía Arendt, ni es radical,
perseverante, ni perfecto. Solo Dios lo
es. A Venezuela la ha arrastrado un
destino borrascoso que nosotros mismos
hemos permitido, y sobre lo cual no
queremos reflexionar. Hemos sido
conducidos por mentes inconscientes,
creadoras de un esquema supresor y
perverso tanto a la medida de quien
pretende el poder eterno, como a la tasa
de quienes permiten la consolidación de
dicho poder. No es un asunto del alma.
Es un asunto de la razón y de la moral.
Nuestros verdugos simplemente carecen de una lógica ciudadana,
humanista, ética, pluralista. No distinguen, diría Nietzsche, lo
bueno de lo malo. ¿Maduro es malo? Él mismo no lo sabe. Pero
atención, muchos de nosotros tampoco.
No pretendo en estas líneas librarme de mi responsabilidad.
"¿Quién dice que yo seré incapaz de realizarla?". Formo parte de
esa Venezuela irreflexiva incapaz de pensar más allá de reconocer
a los malvados. El asunto no es hablar de enchufados para
desprestigiar a un régimen. Es hablar de ilegitimidad para
reivindicar la verdad. El discurso banal -enchufados, malucos,
diablos- es aceptar el despojo de la vida misma ante un Estado sin
justicia que propicia la criminalidad, rociando un aerosol para el
mal olor.
¿Debemos concluir que los venezolanos hemos participado de
nuestra propia destrucción? Reflexionemos.

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